Este blog seguirá abierto, pero esta es su última entrada.
Gracias por todo.
El monstruo apareció pasadas las doce de la noche. Como hacen todos los monstruos.
Tu vida no la escribes con palabras -dijo el monstruo-. La escribes con acciones. Lo que piensas no es importante. Lo único importante es lo que haces.
A veces la gente necesita mentirse a sí misma más que otra cosa.Quizá, lo que más me ha gustado es la importancia que se da a las historias, y a que no solo tienen una interpretación.
Las historias persiguen y muerden y cazan.
Las historias son criaturas salvajes -dijo el monstruo- Cuando las sueltas, ¿quién sabe los desastres que pueden causar?
No siempre hay un bueno. No siempre hay un malo. Casi todo el mundo está en algún punto intermedio.
Ilustración de Alfonso Casas |
Siempre que llovía, él no llevaba paraguas y, al verlo correr solo bajo la lluvia, por algún motivo, para mi sorpresa, me daba cierta envidia.
Poco a poco fui entendiendo por qué lo gustaba que lo mojara la lluvia: porque te permite sentir la naturaleza y, al mismo tiempo, liberarte de tus ataduras.
Si solo quedáramos nosotros dos en el mundo, ¿tendrías miedo?
Quiero a mi mamá, y ella me quiere, pero no me entiende, y creo que yo tampoco la entiendo a ella.
Aunque por fuera parezca fuerte, por dentro soy frágil. A veces no consigo comprender por qué soy tan rara.
Se veía tan feliz y contento como si viniera de otro planeta.
Era como si estuviera en una especie de laberinto vegetal cuya salida no le importara encontrar. Yo, en cambio, era como un pajarillo enjaulado : ansiaba volar hacia la inmensidad del cielo.
Vos sois un sonámbulo, yo un insomne. ¿Dónde podríais encontrar un hogar mejor?
Reconoció ese momento, pues lo había esperado a lo largo de muchos años: aquel momento aportaría la luz o la oscuridad definitiva a su existencia.
Hay momentos en la vida que se pegan a la memoria como sanguijuelas.
Rastreaba los afectos como un perro de presa, y era capaz de reconocerlos en un solo gesto para apropiarse de ellos y utilizarlos después a su conveniencia.
Uno no debería matarse por amor, sino sufrir por él. Eso es mucho más valiente.
¿Es esto volverse loco? Ver cómo tus temores se manifiestan ante ti?
No me recuerdes mis pecados, preocúpate de los tuyos.
Que el señor nos de un suelo firme hasta que lleguemos a casa. Mejor aún, que nos avise cuando estemos en casa.
Me encantan las tormentas, son primitivas.
Hablemos en susurros de las cosas que duelen.
Nací para hacer cosas que duelen aunque ayuden.
Rafael de Osorio consolaba insomnio y ardores prohibidos escribiendo un Diccionario del sufrimiento. (...)
—¿Cuál fue la palabra que gozó del honor infame de inaugurar vuestro diccionario? —preguntó al fiscal.
—Poesía —contestó Rafael con voz ronca—. Dícese de la lujuria del alma por lo bello o melancólico. O febril potro de versos. A veces me pregunto si aniquilando toda pasión capaz de engendrar un poema, acabaríamos también con el sufrimiento.
—Quizá el hombre sufriría entonces por no sufrir. Yo a veces prefiero ser cautivo del dolor que de la nada.
- Jamás olvidaré que hayáis sido responsable de mi felicidad (dice la joven) y de la de Francia (recalca el Ministro).